septiembre 30, 2012

Sin noticias de Dios


UNA IMAGEN Y MENOS DE MIL PALABRAS (9)

Manifestantes yemeníes saltan la valla e irrumpen en la Embajada de Estados Unidos en Saná.
Foto: Yahya Arha / Efe


Sin noticias de Dios. La actualidad es casi siempre un paisaje de miserias humanas. Y eso que somos la única especie animal que es consciente de sus propia existencia, que se informa cada día de lo que otros de su misma especie han hecho en otros lugares del planeta. Es el pensamiento el que supuestamente nos hace superiores, aunque eso no quite que esa misma inteligencia sirva también para odiar muy irracionalmente.

Somos la única especie que se excita con algo tan inmaterial como una idea. Y sólo el ser humano utiliza y ejerce la violencia para imponer o defender sus particulares ideas. La violencia humana no sólo se expresa a mamporrazos, o con sofisticados y avanzadísimos aparatos para matar. Antes de poner en marcha la musculatura, o apretar el gatillo, la ejercemos con toda la fuerza que emana la lengua o la escritura. Sin esa glándula, o esos dedos, tampoco las pistolas hablarían después. Puede parecer paradójico, pero es así: la única especie que ha desarrollado un elaborado sistema de comunicación para entenderse es, curiosamente, la que más odio genera con sólo abrir la boca.

            Y más paradójico resulta aún que las creencias en un mundo mejor sigan haciendo de este mundo el infierno del que queremos huir cuando estemos muertos. La idea de Dios es tal vez la primera idea humana. Dios, Alá ,Yahvé… Cada pueblo le puso un nombre distinto y le dio el mismo carácter divino por su infinita perfección, bondad y suprema generosidad para perdonar. Todas las escrituras sagradas dicen lo mismo: que nos ayudemos los unos a los otros, que nos demos amor y cariño, y que transitemos por esta vida sólo haciendo el bien. Lo dicen desde hace miles de años; los mismos en los que la idea de ese Dios de nombres tan distintos, nos enfrenta para que practiquemos lo contrario de lo que nos piden sus escrituras divinas. Si Dios sigue ahí arriba, debería preocuparse por su obra. Algo hizo mal si una bazofia cinematográfica o una viñeta libertaria levanta un odio tan violento que hace chocar a una civilización con otra.