En ese momento, Internet ardía con el asunto de la huelga salvaje de los controladores. Con los debates al rojo vivo y el personal alucinado por la burrada de esta gente, Cristina vino a nosotros para ponerle nombre y decirnos lo que se les pasaba por la cabeza a ese colectivo enloquecido que se cree una casta intocable y superior.
Cristina, además de
malhablada, obscena, soberbia y enterada, es
inteligente, ingeniosa, valiente... y controladora aérea. Tiene un blog en Internet, titulado
"Controladores Aéreos y otras hierbas". Según cuenta ella misma, es una controladora aérea combativa y peleona. En lugar de arredrarse, el sábado de autos lanzó un post titulado
A ver si nos entendemos, que incendió la red porque su descarnada sinceridad no buscaba provocar la más mínima empatía. Justo al contrario, venía a decirnos que nos jodiéramos, que la chusma sólo puede volar si ellos quieren.
A las pocas horas de publicarlo, en su propio blog, el artículo en cuestión alcanzó el mérito de reunir más de 5.000 opiniones, la mayoría de ellos no para llamarla bonita precisamente. Debo de reconocer igualmente que para estar tan estresada, despachaba los comentarios y los contrareplicaba con una eficacia y velocidad que ya la quisiéramos cuando se pone a despachar aviones.
La altanería de Cristina, y la del resto de compañeros que el viernes se levantaron de sus sillas y nos enseñaron la poca diferencia que existe entre un aeropuerto y una ratonera, debe adquirirse a base de acostumbrarse a mirarnos desde las alturas. Desde la torre en que trabajan, se nos debe ver como hormigas disciplinadas y resignadas, que apenas se perturban cuando ellos ponen en una pantalla la palabra retrasado.
Como están hartos de contar las veces que han tenido nuestras vidas en sus manos, Cristina no entiende muy bien el mosqueo que nos hemos pillado. Ella piensa que tampoco es para ponerse así de histéricos. El ganado que ellos controlan cuando se nos ocurre volar no debería airarse tanto por esta nueva demostración de lo fácil que a ellos les resulta bajarnos a tierra e imponernos la realidad. Somos unos desagradecidos, y además, imbéciles, por pensar que se les puede bajar el sueldo a quienes, únicos e imprescindibles, tienen el privilegio de vivir en las nubes.
En menos de 24 horas, Cristina Antón es ya un fenómeno de Internet. Su artículo ha corrido de un sitio a otro, incendiando a su paso los foros y aventado los rescoldos de la resignación. Ningún otro personaje de esta huelga salvaje ha despertado una reacción así.
Cristina es, pues, como lo fue Violeta Santander, un personaje perfecto para encontrarlo en La Noria o en uno de esos sitios donde discutir es chillar. La necesidad de las televisiones por encontrar personajes que no dejen indiferente al espectador la convierte en una candidata ideal. Después de repasar su blog, y de encontrar una entrevista donde aún es más chula que en sus escritos, me atrevo a decir que puede aterrizar en un plató con menos riesgo que el que padecemos nosotros cuando ellos están en sus torres y nosotros en sus manos.
Te animo, Cristina, porque es probable que en la caja tonta te lo termines pasando mejor que en la torre. Controlar ya no tiene futuro, quién va a querer currar por sólo 200.000 euros al año. Cambia de trabajo, y así dejarás de ser una esclava, y nosotros dejaremos de exprimirte y de sacarte la sangre.
La demostración de todo lo que trabajas como esclava de AENA se demuestra con el tiempo que te queda para realizarte como persona. Por culpa de tanto trabajo, de tanta esclavitud, en octubre y noviembre el tiempo libre sólo te dio para escribir más de 100 posts en tu blog particular, o sea, a dos o tres diarios, bien currados de principio a fin. Es una pena que esa profesión te deje tan agotada que sólo le puedas dedicar una media de 10 horas al día a esa afición de estar a la que cae en internet. Cada dos o tres horas sueltas algo en tu página. Menos mal que ahí, nadie controla el espacio aéreo. Así demuestras por qué, cada vez que uno de tu casta hace las cuentas, un día tiene más de 24 horas, y estar de baja computa igual que trabajar.
Tú ahora estás de baja. Para controlar, que para lo demás estás fenomenal. Ese trabajo se ha vuelto
chungo, porque se acabó aquel tiempo en que a los controladores no los controlaba ni Dios. Eso, entre risas, es lo que cuentas en
esta entrevista de radio que me he encontrado en la red. No tiene desperdicio. Escucharte a tí, escuchar tu voz, te dibuja y desnuda aún más. Y, encima, no te importa resultar odiosa. Yo diría que eres una mayorcita
enfant terrible y que ir de borde, te excita y estimula.
Insisto Cristina, en el colectivo de controladores eres una más, pero en la farándula de la televisión, con esas cualidades, te forras en Gran Hermano. En una tertulia no te corta ni la María Antonia Iglesias. Lo pagan bien, y no la mierda que te dan por controlar. Anda, que a ti, el aburrimiento no te va. No seas tonta y abandona tu torre de marfil.
Piensa además que, como controladora, es posible que se os hayan acabado los espectáculos. Y a nosotros, seguro que nos resultas más divertida peleándote con otra pija como Carmen Lomana. No lo dudes; sois tal para cual; éxito asegurado.