UNA IMAGEN Y MENOS DE MIL PALABRAS (6)
Ese día ya llegó. Es probable que el cámara que grabó el video del que ha sido extraído esta fotografía se vaya al paro por cese de actividad. En esta ocasión, y a diferencia de lo ocurrido durante 48 años de actividad, el disparo inmortaliza el momento. Será, para siempre, la instantánea de su propia defunción, la de ETA.
El principio del fin también comenzó con las caras tapadas. La retórica de siempre no impidió que el gesto oculto de quien hablaba y de quienes le flanqueaban resultase solemne. Las palabras empleadas, también como siempre, compendian esa literatura política que retuerce las palabras para no decir las cosas sencillamente y permitir las más variadas interpretaciones. Pero esta vez, una sola frase bastaba para entenderlo todo: "ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada". Podían haber dicho más sencillamente que ETA ha decidido no volver a matar nunca más, pero a quien decide dejar de asesinar le podemos perdonar que por un tiempo siga retorciendo las palabras para contener la abstemia que le producen sus más perversos instintos.
Esta frase, "ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada" escribirá la historia de los próximos meses, y probablemente la de los próximos años. Felipe González y José María Aznar también tuvieron la oportunidad de fotografiar una esperanza. A Zapatero le llegó al término de su sufrimiento. A Rajoy probablemente le toque escribir el que puede ser el capítulo final de esta historia de vidas inocentes perdidas, de dolor, sufrimiento y firmeza.
El principio del fin también comenzó con las caras tapadas. La retórica de siempre no impidió que el gesto oculto de quien hablaba y de quienes le flanqueaban resultase solemne. Las palabras empleadas, también como siempre, compendian esa literatura política que retuerce las palabras para no decir las cosas sencillamente y permitir las más variadas interpretaciones. Pero esta vez, una sola frase bastaba para entenderlo todo: "ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada". Podían haber dicho más sencillamente que ETA ha decidido no volver a matar nunca más, pero a quien decide dejar de asesinar le podemos perdonar que por un tiempo siga retorciendo las palabras para contener la abstemia que le producen sus más perversos instintos.
Esta frase, "ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada" escribirá la historia de los próximos meses, y probablemente la de los próximos años. Felipe González y José María Aznar también tuvieron la oportunidad de fotografiar una esperanza. A Zapatero le llegó al término de su sufrimiento. A Rajoy probablemente le toque escribir el que puede ser el capítulo final de esta historia de vidas inocentes perdidas, de dolor, sufrimiento y firmeza.
Vivimos tiempos convulsos. Cada mañana se presenta agobiante por culpa de una crisis que sólo sabe recortar derechos y reducir esperanzas. Hasta por eso, nos vendría bien arreglar estos dolores históricos, porque siempre genera optimismo reducir la carga de las preocupaciones.
Estamos tan agotados como país que, tal vez después del 20-N, podamos encarar con grandeza general la mejor oportunidad que se ha presentado nunca para
instaurar una nueva convivencia en el País Vasco. Para entonces, puede que ese carrusel de gritos
viscerales que utiliza la memoria de los muertos para negar toda posibilidad de
diálogo, decida salir de sus cavernas y entienda que no es necesario olvidar, pero que eso no impide mirar hacia adelante.
Esa noticia que siempre quisimos dar, la rendición de ETA, se produjo en la tarde del 20 de octubre de 2011. Ese día ya llegó. Cualquier día de estos, en cualquier momento y en cualquier lugar,
unos cuantos hombres se sentarán sobre una mesa. No será una mesa redonda. Las
circunstancias exigirán que sea rectangular, para enfrentar así nuestra
voluntad de vivir en paz y libertad, a la de quienes deben hacer callar sus
armas para siempre.
Este
ejercicio de responsabilidad nos alcanza a todos, y por eso, en una ocasión
como ésta, todos deberíamos estar con este Gobierno y con el que venga después del 20-N. El griterío que confunde la victoria con la sed de venganza no
puede ocultar el horizonte que se ha abierto. Los hemos derrotado, y para
vencerlos definitivamente, ahora debemos sentarnos frente a ellos para pactar
la entrega de sus armas y desterrar los rencores que han generado. ¿Cómo negar
la posibilidad de que eso puede hacerse sin necesidad de renunciar a ninguno de
los valores a los que no hemos renunciado ni siquiera cuando nos mataban
inocentemente?.
No
existirá ninguna traición a los caídos si conseguimos imponer una paz que nos
permita vivir en un país donde la ideas sólo se defienden con palabras, donde
nuestra libertad no esté amenazada por esas pistolas que nos tienen que
entregar. Si las 829 víctimas mortales de ETA pudieran hablar sin
intermediarios, nos dirían que también para ellos, la victoria significa saber
que fueron los últimos en caer por unas ideas que finalmente hemos podido
imponer a sus propios asesinos. Por los muertos y los vivos; ¿alguien duda de que no valga la pena
intentarlo?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario