abril 22, 2011

Cuando la publicidad se adelanta al cine inventando historias

El curioso caso de Benjamin Button es una curiosa y bella película estrenada en 2009. Es una hermosa metáfora sobre la contradicción humana que se produce entre la experiencia y la vitalidad. Es curioso; se trata de dos factores opuestos, que viajan por el tiempo en sentido opuesto,  pues uno crece en la misma proporción en el que el otro decrece. Nacemos sin ninguna experiencia, pero con una enorme vitalidad. 

Y conforme vamos adquiriendo experiencia, vamos perdiendo vitalidad, de tal manera que cuando contamos con la experiencia necesaria para disfrutar selectivamente la vida, carecemos de la vitalidad necesaria para ejecutarla. La película juega con ambos conceptos y nos propone una fantasía; que la vida fuera al revés, de tal manera que ambos factores fueran parejos, y nos permitiera en la mitad de nuestra vida, disfrutarla al máximo porque tenemos tanta vitalidad como experiencia.



Con experiencia y vitalidad, sabríamos escoger mejor lo que hacer en el mejor momento de nuestra vida. Con una intención puramente comercial, la casa Mercedes Benz jugó con ese mismo concepto unos años antes de que Brad Pitt encarnara el personaje de Benjamin Button.

Conscientes de que el Mercedes era un coche asociado a la madurez, que se compra la gente cuando se hace mayor, los estrategas de marketing de la casa de coches llegaron a la conclusión de que, para aumentar las ventas, debían rejuvenecer su target: había que crear una idea que reflejara que te pierdes mucho descubriendo tan tarde el placer de tener ese coche. Y antes que la película cinematográfica surgió esta película publicitaria.

La brevedad de un anuncio publicitario puede encerrar los mismos argumentos y reflexiones que un largometraje. En treinta segundos, aquí tienes la misma historia que se cuenta en noventa minutos.

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