UNA IMAGEN Y MENOS DE MIL PALABRAS (8)
Un Pavo con
suerte.
El pasado miércoles 23 de noviembre, el Estado de Oregón se sumó a la lista de
estados de los USA que suspenden la aplicación de la pena de muerte. En lo que
va de 2011, EEUU ha ejecutado a 43 reclusos, y solo estaba pendiente la ejecución
de Gary Haugen, precisamente en Oregón, condenado por el asesinato de la madre
de su ex novia.
En 2010, la cifra total de
ejecutados en EEUU fue de 46. De los 50 estados que componen EE UU, 35 de
ellos, si se incluye a Oregón, mantienen aún vigente la pena de muerte. En esos
estados que aún practican tan contundente modo de impartir justicia, los
condenados a muerte no tendrán la suerte del pavo que, cumpliendo una tradición
que inició John F. Kennedy, se salva cada año de ir al horno presidencial.
Tan radical manera de luchar
contra la delincuencia no ha impedido que las cárceles estadounidenses
alberguen una población reclusa del tamaño de toda Canarias. Dos millones y
medio de presos en un país donde, por abrir una cuenta corriente te regalan un arma
para que te defiendas con total libertad. Un país en el que las balas se venden
un lineal más allá de los yogures y refrigerados.
El Sr. Obama no tiene, a
diferencia de su antecesor George Bush, experiencia firmando penas de muertes.
Su antecesor se había empleado a fondo mientras fue gobernador del Estado de
Texas, y con ese currículo, escrito con mano que nunca tiembla ni cabeza que
duda, llegó a la Presidencia de los Estados Unidos.
Bush firmaba penas de muerte
como gobernador, y como presidente, indultaba pavos y declaraba guerras
preventivas. Obama en cambio es un tipo más pulcro, aunque eso no quite que le
gusten las películas de John Wayne, y que aplique sus prácticas para cepillarse
a Bin Laden mientras éste disfrutaba con una peli porno.
Un año más, Obama ha
cumplido con la tradición. Gracias a este privilegio, y
cumpliendo con la tradición anual, este pavo correrá mejor suerte que muchos de
los condenados que esperan en el corredor de la muerte. Para ellos, el horno
aún sigue abierto. Este pavo, en cambio, se libra de ser cocinado en el Día de
Acción de Gracias.
Pese a ese gesto magnánimo,
al pavo se le ve cara de desconfiado. Se le ven las ganas de salir cuanto antes
de allí, no vaya a ser que los halcones reconsideren su decisión y convenzan al
Presidente de que tanta magnanimidad debilita su Imperio. Para el Tea-party,
Obama es un pusilánime que está traicionando las esencias de un país en el que
la razón la imponía siempre el más rápido en desenfundar. Si por ellos fuera,
el próximo pavo en ir al horno debiera ser el mismo que ahora decreta el
indulto.
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