abril 09, 2012

En casa, viendo pasar el tiempo

Tengo la misma cuenta corriente en la misma entidad bancaria desde los años 80 del siglo pasado. No es que ame a mi banco, es que nada me produce más pereza que dedicar mi tiempo a seleccionar entre lo malo y lo peor. Parto del hecho de que todos los bancos son iguales porque todos tienden a homologar sus servicios y a cumplir con parecidos parámetros. Es tan inútil como cambiar de compañía telefónica por un mal servicio. Pronto te ocurrirá lo mismo en la otra, la operadora que te atiende no tiene mejor cociente intelectual que la que dejaste.
Viene todo esto a cuenta de que un día reparé que por el uso de la cuenta llevaba años acumulando puntos que podía canjear por regalos de un catálogo. Alguna ventaja tiene ser un dejado para estas cosas: no es la primera vez que hago una primitiva y luego nunca miro si estará premiada.
Total, que por apenas un tercio de los puntos que tenía acumulados pude conseguir una pequeña cámara de video de HD de la marca Toshiba, concretamente la Camileo P20. No crean, por toda la historia de los puntos, que hablamos de una cámara de alta gama. En absoluto; la camarita apenas si cuesta poco más de 100 euros. 
Me leí con detalle el manual y grabé unas cuantas imágenes. En Internet aprendí el mejor formato de descompresión para trabajar en FCPX; el Apple ProRes 422, y el H264 para publicar en Internet. Tiene unos tonos cálidos y el HD le confiere ese color vivo y luminoso del mejor cine digital. Funciona muy bien con los correctores de color y con los filtros.
De entre todas sus característica técnicas, descubrí que este modesto artilugio traía también un pequeño intervalómetropara crear vídeos en time lapse. Es limitado pero útil: puede grabar un frame cada segundo, cada tres segundos, o cada cinco segundos.
Esta Semana Santa me he quedado en casa, disfrutando de la ciudad que me ha acogido y en la que me siento muy a gusto. La belleza de la isla, su luz y aroma mediterráneo me han embaucado. 
El viernes, en un día en el que, en torno al mediodía, los claros fueron perdiendo su batalla contra los nubarrones de agua del temporal que se había anunciado, comencé a enchufar la cámara hacía las distintas esquinas que componen mi terraza. Al caer la tarde, los claros iniciaron una clara ofensiva y alejaron las nubes para que la jornada se cerrara nuevamente clara hasta dar paso a la noche
Y de esos ratos con la cámara encendida, salió esto; un sencillo Time lapse que me invita a nuevas aventuras. Le doy gracias a mi banco por tenerme un rato entretenido en estos tiempos de zozobra. Y eso, sin gastar un céntimo de más.




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